Un espejo adelante, una posición que pueda sostener en el tiempo (cara de nada), y comenzamos con la exploración el lápiz sobre papel. Cuando el dibujo estuvo medianamente satisfactorio, lo escaneé, lo imprimí un poco más grande, le puse carbonilla sobre la parte de atrás, y lo transferí a una carton entelado de pésima calidad que recuérdenme no volver a utilizar jamás.


Una vez realizado el transfer, comenzamos a pintar en una versión diluida, para establecer una idea aproximada de los valores y de los colores.




En la imagen anterior, en la nariz, comenzó la segunda mano. Un poco más empastada, vendría ser una suerte de "ahora vamos en serio", prestando cuidadosa atención a la forma precisa que quiero describir, y al modelado en su triple sentido (valor, tinte y saturación). En la imagen inferior, esa segunda mano, bastante más avanzada.

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