Tiendo a pensar en la pintura y el dibujo como una serie de juegos entre polos o contrastes posibles, un juego en que lo enriquecedor sucede allí donde la multiplicación de registros interrelacionados y dinámicos se ponen en escena.
Tanto es así que ya sea pintando o mirando pintura, en el proceso o en la.obra final, me encuentro siempre considerando los juegos que ocurren entre cargas matéricas y capas preliminares, el movimiento entre la pintura empastada y opaca por un lado y la pintura delgada y transparente por otro; la pintura rápida y cruda vs la pintura lenta y minuciosa; la pintura que simplifica vs la pintura que describe todo lo que puede; la pintura o el dibujo anclado en la línea vs la pintura apoyada en las masas de valor; el dibujo y el color! (un clásico), las interrelaciones entre lo plano y lo convexo, lo acabado y lo inconcluso, el compás y la intuición, lo observacional y lo táctil, la precisión y el gesto, la fuerza del diseño bidimensional frente al aire de la tridimensionalidad espacial... y así podríamos seguir.
Por supuesto, de lo que se trata -o mejor, de lo que se trata para mi, porque muchos pueden vivir felices en uno sólo de los polos y está muy bien que así sea- es de explorar esas series de opuestos buscando experimentar sus diferencias y especificidades, conocer sus potencias, sus debilidades y descubrir qué de nuestro temperamento se siente más afin en donde (porque no todos los posibles son ni posibles ni deseables para todos en todo momento).
Si tenemos suerte, al encontrar qué potencia o enriquece nuestro trabajo, podremos hallar en la multiplicación de registros convivencias felices. Es por esto que se trata de una imagen (polos o contrastes) donde los movimientos y las inclusiones múltiples son no sólo posibles sino incluso deseables. Es deseable, pienso, recorrer varias opciones, descubrir más de una manera de hacer las cosas, multiplicar nuestros registros. Se puede pintar sólo opaco, se puede elegir pintar sólo transparente, se pueden hacer ambas cosas. Habiendo visto belleza en todos esos mundos, mi temperamento (y de eso se trata también) elige la combinación en proporciones variables.
En mi taller intento desde hace unos cuantos años (con las limitaciones que uno siempre tiene, las intencionales y las accidentales) trabajar de este modo: pensando en que es una buena idea atravesar distintos registros y recursos posibles, que cada uno tiene su valor y algo para aportar, que vale la pena entrenarlos por separado y por qué no, luego de un tiempo de fortalecerlos a través de la práctica y haberlos absorbido, intentar combinarlos, hacerlos convivir de ciertas maneras y proporciones, buscando que cada practicante encuentre, finalmente, sus equilibrios personales y por qué no, dinámicos.
De ahí que me de alegría hoy leer o escuchar que buena parte de quienes estudiaron algún tiempo conmigo y hoy también enseñan, sin importar diferencias estilísticas y búsquedas puntuales, hayan retenido algo de este modo de mirar la pintura, y lo ponen en juego -otra vez- tanto en sus clases como en su pintura.
A favor de lo múltiple, entonces.
ps: el dibujo, un retrato de Wanda en grafito realizado este año, es en este caso sólo una excusa. Un texto sin imágenes me sabía a poco, así que lo acompaño para mitigar soledades y arideces, aunque éste retrato en cuestión no haga especialmente buenas migas ni mejores ecos con lo que estas palabras despliegan.
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