16 marzo 2015

Escena de interior: proceso y reflexiones (parte 1)

Durante todo el año pasado (entre marzo y diciembre, para ser más exactos) estuve trabajando en este cuadro. Las cronologías pueden resultar engañosas, porque estrictamente hablando, hasta junio sólo lo tocaba alrededor de 3hs por semana. En julio pude empezar a pintar con un poco más de intensidad (aunque no tanto: un promedio de 8 hs por semana), y noviembre/diciembre fueron meses de declive, con lo que la intensidad decreció. Estimo, aún así, que debe ser una de mis pinturas con más horas encima, sin que eso diga necesariamente algo sobre su calidad. 

Hasta hoy, este trabajo no había sido posteado en el blog. Necesité un tiempo, ya no solo para concluirlo sino también para procesar lo que había estado haciendo. Tuve la guía (críticas, feedback, sugerencias, empuje, señalamientos que me ayudaron a ver cosas que no veía, etc etc) de Martín Llamedo, con quien estuve tomando clases de perfeccionamiento durante todo el año pasado, específicamente sobre este cuadro. Y eso también necesitaba ser procesado.

Lo que sigue es un intento de reconstruir dicho proceso, con sus dudas, rumbos y contrarumbos, sus enojos, cambios de opinión, caída de viejos prejuicios alzamiento de nuevos, tozudeces y reafirmaciones propias, aperturas y cierres. La distancia quizá aporte una mirada más sopesada, aunque pierda posiblemente algunas temperaturas del momento.


1. Elección temática y referencias
En primer lugar, la composición. Sabía que quería trabajar especialmente un "espacio", con algo de arquitectura. Siempre tuve flojera para tratar esos temas (subyugado muy prontamente por la figura) y los espacios eran tratados muy rápidamente. Uno de los objetivos de este trabajo era empujar mi trabajo en esa dirección: un tratamiento más completo y profesional de la totalidad del cuadro. Por profesional quiero decir hacer no sólo aquellas partes que me entusiasmaban, sino "dedicarle amor" al todo.

Saqué muchas fotos de mi hermano y Mayra, ambos actores, buscando una escena, una situación que me resultara interesante tanto desde la actitud como desde la atmósfera. Finalmente di con unas que me resultaron interesantes. Mi posición como fotógrafo era más invitarlos a actuar, que una idea fija que quisiera que ellos reprodujeran. Recientemente me di cuenta que, casi sin querer, esto podría ser una escenita de Hamlet ("Nymph, in thy orisons. Be all my sins remembered..." etc etc)

2. Dibujo
Teniendo una buena materia prima para procesar pictóricamente (las fotos son, básicamente, eso: materia prima), empecé a trabajar directamente sobre la tela. La recomendación usual sería que, dado que el dibujo tenía cierta complejidad, era mejor resolverlo sobre el papel y luego transferirlo. Pero estoy encontrando que prefiero -pese a que por momentos cuando la cosa se pone difícil uno no la pasa del todo bien- meterme en la tela directamente. Hay algo de la historia del combate que me gusta que se haga ahí, a mano alzada, y que cuando uno lo resuelve en papel y luego lo pasa, pierde algo de ese ímpetu-fervor, y en ese escamoteo, termina ocultando el espesor histórico de dicho combate. En fin, ideas. Capaz simplemente se trate de justificaciones a posteriori.

El dibujo lo hice con lápices acuarelables, que se me iban consumiendo a velocidades pasmosas. Recomiendo no usar colores raros, pueden aparecer después. Los colores tierra funcionaron bien, mientras que los rojos y violetas, re-aparecían tediosa y tenazmente durante buena cantidad de capas. Algunas aún pueden verse ahora.

Como el cuadro era relativamente grande (70x100cm), hice un eje vertical y horizontal para tener de referencia. A medida que avancé con el dibujo (y los problemas emergieron) necesité hacer unas guías de referencia adicionales (le puse un eje vertical y horizontal a cada uno de los cuatro cuadrantes), quedando así una grilla laxa de seis líneas, de modo que el dibujo pudo avanzar, como me gusta a mí, a mano alzada.



3. Pintura preliminar: grisalla cerrada
Cuando el dibujo estuvo relativamente satisfactorio (no lo estaba, lo reconozco), pasé a la grisalla. La idea era hacer una grisalla completa (esto es, opaca, modelando casi a terminar). ¿Por qué una grisalla? Existían varias motivaciones, algunas de índole correctivo, otras pedagógicas y por último pictóricas:

a. correctiva: ayudarme a través del trabajo de valores a corregir el dibujo
b. pedagógica: aplicar pintura a todo, para contrarestar mi reciente tendencia (iniciada en el 2011) a trabajar con demasiada poca pintura. Esto iba a obligarme a tener que repintar después (cuando comenzara la etapa color) para sobreponerse a la fuerza desaturadora de la grisalla.
c. intención pictórica: ayudar a brindar una armonía tonal que en este cuadro me parecía clave.

La grisalla fue aplicada "a media pasta" (es decir, un poco diluida para que corra mejor, pero sólo un poco). Como me suele pasar, no pude evitar diluir un poco más en los tonos oscuros, producto de mi amor exagerado por el principio barroco "sombras finas y transparentes vs luces empastadas".

En algunos lugares procedí por masas, llenando áreas con amplitud, y en otros pensaba en planos no tan grandes, modelando ligeramente (típicamente, manos y caras fueron atacadas de este modo). Mi consejo para mi mismo, o para mis alumnos, hubiera sido empezar por el fondo e ir hacia adelante, o empezar por un área de máximo contraste para establecer rango. No hice ninguno de los dos... fui de izquierda-abajo hacia derecha-arriba.


 


Hasta aquí fue llevada la grisalla. Como puede verse, en la puerta fue donde menos pude trabajar "a media pasta", y mi lado diluidor me ganó la partida. Ahora podía empezar el trabajo a color.

La grisalla no había sido re-escalada (es decir, realizada en una tonalidad más alta, para recibir veladuras transparentes o glaceados, que como se sabe, tienden a oscurecer aun más) porque la idea era pintar nuevamente opaco, para demostrarme a mí mismo que se podía pintar opaco y aún así retener espacialidad. En la práctica, fui haciendo un poco y un poco.



4. Emerge el color (próximo post)