Su increíble dibujo, su envidiable control tonal, los modelados de sus pieles, todo lo hace un gran maestro a la hora de aprender técnica. Así que me dispuse a tener una nueva charla con este mostro del pasado, aunque sus temáticas no sen las que más me impresionan.
Trabajar a partir de una pintura de un gran maestro es un poco como hacerle preguntas. Interrogarlo. Acercarse. Tratar de escuchar cómo pensó, cómo trabajo, encontrar pistas en las indicaciones de superficie que podamos hallar. Cuando uno "se mete ahí", empieza a ver la pintura de manera distinta. A entenderla de un modo distinto. A descubrir cosas que no había visto antes.
Hice el dibujo a lápiz de tres veces. Cada vez me asombraba descubrir que los más mínimos cambios y sutilezas de contorno obedecían a formas internas (oseas, musculares, adiposas). No había casualidad en esas formas. Había entendimiento.
Cada vez que lo hacía, había algo que salía mejor, y algo que empeoraba. Encontraba algunas cosas, perdía otras. O encontraba el gesto y la acción (pero la exageraba), o encontraba el modelado. El último lo volví a dibujar sobre la tela, directamente, y esta última vez el dibujo fluyó. Me preguntaron en algún momento si esta forma de trabajo daba lugar a la espontaneidad. Tiendo a ver estas cosas como ensayos de una obra de teatro. Cada función, después de estrenada, debe recrear, regenerar algo del espiritu vivo, como si todo fuera hecho allí por primera vez. De lo contrario, la vitalidad de la obra se cae y se transforma en mera repetición. Para mi, un boceto, un estudio color, los repetidos dibujos, me acercan a estar en condiciones de que la obra, al final, fluya y salga de un tirón. Y la espontaneidad está ahí, en la vitalidad de la ejecución. Y en los encuentros y decisiones materiales que uno tenga que hacer a medida que avanza.
No se trata, evidentemente, de la espontaneidad moderna, pretendidamente ex nihilo. Se trata de la dialéctica entre el sedimento del pasado y la imponderabilidad de la acción.
Cada inicio es siempre un re-comienzo: se hace en condiciones de existencia anteriores, esto es, determinadas. Pero a la vez, cada inicio es libre. Cada re-comienzo lidia con el sedimento del pasado, y en ese sentido es determinado. Pero, a la vez, cada re-comienzo es también oportunidad de ajuste, de soltar un trazo, alterar otro, toparse con la materialidad del accidente, estar alerta a lo-que-pasa-ahí (la tela deja ver un fantasma de una pintura anterior, la imprimatura no estaba seca, la carbonilla mancha, ¿cómo lidio con lo que sigue? etc).
La comparación con la obra de teatro me interesa. Hay mucho ensayo, mucha repetición, y sin embargo, la tarea del actor es insuflar vida cada vez. Como si nunca se hubiera dicho antes. Cada función sigue latiendo si los actores estan alertas a lo que pasa, mas allá de que el texto sea el mismo. Y en ese estado de alerta, en ese estar-atento-a-lo-que-pasa, está el trabajo del pintor. Y el ensayo te prepara, te arma. Pero nunca se deja de re-comenzar, de re-crear.
En el sentido academico clásico, la instancia generativa y la instancia final son las que tienen más de "espontaneidad" y "fuerza". Los bocetos compositivos, los estudios de color, rápidos y simplificadores, buscan generar una idea fuerza. Una vez que la idea estaba relativamente cristalizada, venían los estudios detallados, los dibujos pulidos. Eso llevaba al ebauche, que una vez completado llevaba al modelado zona por zona. Lo dificil aquí era retener el movimiento y la fuerza de la instancia generativa a medida que la instancia de ejecución (donde lo que prima es el oficio) se iba desarrollando. En la instancia final, los últimos toques debían ser sueltos y ligeros, para vivificar la superficie, fluidificarla, animarla; debían mostrar "espontaneidad" y no manoseo. Eran estudiados toques descuidados. Acentos, brillos, movimientos. Un descontrolado control.
Espontaneidad al principio entonces, en la composicion, en el estudio; tratar de retenerla a medida que el oficio y la ejecución se van metiendo, y al final, insuflarle vida nuevamente con algunos toques (brillos, movimiento, borroneo, acentos, etc)
Y hasta aquí este post. En próximo, algunas ideas en torno a la metodología de trabajo, y ciertas cuestiones epistemológicas que me gustaría desarrollar sobre "modos de ver" y la pintura realista hoy, pero les dejo algunas palabras claves:
1. Transparencia/Opacidad
2. No clausura de superficie*
3. Control tonal
4. Sutileza en las relaciones cromáticas
Óleo sobre tela. 80x50 cm. En proceso.
* clausura de superficie es un término que creo haber acuñado, pero seguramente, como todo, debo haber sacado de lecturas y experiencias diversas: básicamente, me refiero a la acumulación matérica, pesada, bien producto de repintados o bien de elección consciente, sin pincelada visible, sin vibración de temperaturas ni tensiones internas, opacidad generalizada, homogénea, que provoca una suerte de "no respiro" de la superficie. Bouguereau no presenta eso.
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