Este cuadro comenzó como imagen, como idea bastante concreta. hace más de un año.
En su momento hice algunos bocetos, tomé algunas fotos para tener de referencia. Busqué habitaciones que me parecieran adecuadas (en vano). Incluso hice un estudio de cabeza. Por alguna razón, algo no me terminaba de convencer y tanto la imagen como las ganas se replegaron a las habitaciones donde las ideas anidan y se disuelven. O, como finalmente fue el caso, esperan el momento adecuado para re-emerger.
No habrá moralejas. A veces es preferible tener resuelto de antemano. Otras veces en cambio, está bueno ir descubriendo qué nos pasa con la pintura allí mismo, mientras la pintamos. Y la gracia, en este segundo modo de encarar una pintura, es que no sabemos del todo hacia donde nos llevará la cosa. La pintura, si está con ánimo de diálogo y si tenemos algo de suerte, nos irá sugiriendo respuestas, caminos posibles. Y es necesario estar abierto a esa conversación. Al descubrimiento de inesperados posibles e incluso, oh dios, a cambiar de idea.
He aquí el proceso
Primero, tome la tela (80x90 cm) y poniendo del tubo tierra sombra natural y azul ultramar directamente en distintas partes de la tela, tire tremetina, y con una espátula fui cubriendo la superficie. Quería un tono medio pero irregular. Quedó un poco oscuro, así que agarre un trapo y en algunos lugares restregué más. Imagine en donde quería la figura, y después de hacer unas mínimas líneas generales con el pincel para adivinar si la figura estaba donde la quería, empecé a plantar el rostro. Algo inusual para mi, prefiero dibujar un poco más, por lo general.
Estudio del año pasado. Hubo cambios, como se puede ver. |
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