03 agosto 2016

Progresiones, secuencias y lógicas de acumulación (I)

En la técnica de la pintura "clásica" conviven muchos sistemas, usualmente enunciados de modo tal que parecieran reclamar ser observados con espartana rectitud.

Muchas veces, al aprenderlos por separado, como lógicamente autocentrados y rigurosamente independientes, resulta confuso establecer prioridades, jerarquías, convivencias y por qué no "conveniencias", en tanto se hace borroso extraer qué me conviene más en cada contexto de acuerdo a mis objetivos. 

Lo siguiente es un intento de presentar varios de estos sistemas, desarrollar sus lógicas internas de progresión y acumulación, explicitar sus efectos, sus fortalezas y debilidades, y dejar constancia de que la elección de uno u otro sistema tiene mucho que ver con nuestra intención pictórica, y más importante, que en la práctica concreta de la pintura, rara vez uno es tan sistemático y purista como para mantenerse en un sistema único; antes bien, cual maquiavelista del óleo, hace lo que es necesario hacer (y por qué no, lo que puede) para arribar a buen puerto. 

Comencemos por los sistemas.

Entiendo por progresión a la secuencia que, por preferencia, comodidad, conveniencia o verdad revelada, uno establece entre el pintar de claro a oscuro, o de oscuro a claro, o de un medio tono hacia los extremos, o de monocromo a color, o de saturado a desaturado, o de poca materia a mucha materia 

Las lógicas de acumulación están inextricablemente ligadas a las progresiones y en un punto son inescindibles: ¿cómo acumulo pintura? ¿cómo me relaciono con lo que puse debajo? ¿cómo manejo, si es que la manejo, la anticipación de lo que sucederá cuando las distintas capas entren en relación? ¿Cómo acumulo en relación a los tiempos de secado? ¿Establezco ejes matéricos diferenciales para la acumulación de pintura en la luz y en la sombra, o en lo próximo y lo distante, o en lo central y lo periférico? Por último: ¿establezco algún sistema de relaciones secuenciales entre los polos transparencia/opacidad (calidad de la materia), y entre lo cerrado y lo abierto (en el orden de la pincelada/aplicación)? En otras palabras, ¿voy de transparente a opaco o viceversa? ¿O más bien, como suele suceder, las capas se suceden sin un orden pre-establecido, sino más bien de acuerdo a la búsqueda de efectos específicos? En todo caso, la clave aquí es saber cómo suele comportarse el óleo bajo una determinada secuencia.


Serie 1: imprimaturas sobre la tela

Progresión "a": Oscuro a claro (o aplicar los claros sobre bases oscuras)
Supongamos que mi progresión vaya de oscuro a claro. La primera pregunta que debería hacerme, más allá de la comodidad o a lo que esté acostumbrado, es qué tipo de cuadro imagino. Si mi espíritu es colorista, fondear la tela con un medio tono oscuro para a partir de allí construir las luces (emergiendo de las sombras) posiblemente sea un punto de partida que me traiga problemas, porque dada la naturaleza siempre un poco translucida del óleo, la base tenderá a bajar la intensidad y el valor del color añadido. Si mi espíritu es claroscurista o caravaggista, por otro lado, seguramente sea una buena opción. Enseguida podré visualizar las luces con muy poco que ponga, y el "envoltorio" general ayudará al dramatismo y el efectismo en la orquestación de las luces. El mediotono oscuro, o directamente un tono bajo para la tela, fuerza asimismo una lógica de acumulación en donde las luces se van cargando para poder "emerger" del fondo oscuro que las engulle. De modo que matéricamente hablando, las luces avanzarán y las sombras retrocederán, deleite barroco de la espacialidad que es plenamente efectivo.

Progresión "b": De la luz al color
Si mi espíritu -ahora si- es colorista o incluso, por qué no decirle, colorinchero, el fondo blanco debería ser la mejor opción. Los colores emergerán mas brillantes y potentes, sin mácula ni degradación, teniendo posiblemente que estar más atentos a la armonía, dado que no hay un fondo común que ayude a acercar las potencial heterogeneidad de los tintes (valores o saturaciones). 

Progresión "c": Del medio hacia los extremos
Si mi intención es tonalista, atender al color sutil y la iluminación delicada, un medio tono claro y neutro posiblemente sea la mejor opción (pienso en Bouguereau y en cierto naturalismo francés del XIX, pero este tipo de imprimaciones ya se habían utilizado en extenso los dos siglos anteriores ). Sobre el gris (ya sea frío o cálido), muy poco es ya color, y eso permite una aproximación gradualista en la cual el color emerge lentamente (esto lo emparenta con un trabajo en grisalla o en "color muerto"), y me permite ver también los valores con rapidez: con facilidad puedo moverme hacia un poco más de luz o un poco menos, ayudando a mantener sin demasiado esfuerzo una armonía tonal. Por otro lado, si de dejar activo el fondo se trata, el tono medio me permite jugar con la imprimatura expuesta o semiexpuesta con mucha versatilidad (se nota que tengo favoritismos?) 

Adicionalmente a las razones propiamente estéticas o procedimentales, durante siglos los pintores sostuvieron discusiones sobre qué era mas adecuado a la hora de pensar en la longevidad de los cuadros: si durante la primera parte de la historia oficial del oleo, las bases claras eran preferidas, hacia el siglo XVI y especialmente XVII empiezan a utilizarse bases mas oscuras, de rojos intensos, marrones, grises... la base coloreada se expande y se prueban muchas combinaciones. Hacia mediados del siglo XVIII, y en esto siglo las conferencias de Oudry -que mucho recomiendo leer- el consenso era que las bases oscuras eran un problema porque tendían a bajar la luminosidad del cuadro con el tiempo, y que las bases blancas lo eran también porque tendían a aclarar las sombras con el tiempo, disminuyendo el efecto de conjunto del cuadro.

Un punto adicional que vale la pena mencionar es cuando se siente mas cómodo modelando la forma de la sombra a la luz, en que lo mas claro "pisa" o se apoya en lo mas oscuro, o al revés. Otra vez, la formulación típica del problema (y no la única, por supuesto) es que si la preocupación es fundamentalmente generar forma, es mas fácil o directo ir desde la sombra a la luz. Por otro lado, si uno siente que no tiene demasiado problemas para generar forma desde donde sea (o directamente no le interesa) y en cambio quiere estar mas atento a la progresión de la luz y cierta limpieza de las notas, es mas simple empezar por la luz e ir aproximándose a la sombra. 

Dicho esto, vale insistir en que todo esto son formulaciones rígidas, y que la practica del pintor tiende a ir entre una cosa y la otra. Pero ordenar mentalmente las secuencias, incluso aunque uno después las rompa, tiende a servir para anticipar fenómenos: típicamente, si pinto algo mas claro sobre algo mas oscuro, la nueva capa tendera a perder un poco de saturación y luminosidad, por lo que debería posiblemente anticipar ese fenómeno e ir un poco mas claro y un poco mas cromático de lo que parecería adecuado in situ. 


Un "ejemplo" de una progresión "c"


(continuará, algún día) 

1 comentario:

IRISELI dijo...

Muy buena explicación, gracias